24 de marzo de 2011

Cuaderno de un esquizofrenico

Podria escriure una parrafada sobre el bloc que us recomano, però no val la pena. Aneu a visitar-lo. Aneu a llegir-lo. Amb calma. Amb empatia i distància. Us aproparà una mica més a aquest trastorn.

Un tros...

(...) Todavía hoy dudo sobre la realidad de los acontecimientos vividos.
Recuerdo que hace años, a principios de esta última década pasada, la Guardia Civil le perdió el rastro a un presunto etarra en Gandía. Los medios de comunicación social se hicieron eco de esta noticia y apuntaron como el padre y el tío de este presunto etarra habían sido condenados por pertenencia a banda terrorista. A raíz de esa noticia, recuerdo que escribí un e-mail a De Soca comentando mi extrañeza de que una persona con tales antecedentes familiares no tuviera un seguimiento más estrecho por parte de la Guardia Civil, a la vez que seguramente apuntaba alguna idea favorable y en apoyo de este cuerpo armado. Lo cierto es que esa misma noche escuché a unos vecinos, a los que identifiqué, sin llegar a contrastarlo nunca (craso error), como miembros de la Guardia Civil, comentar ese e-mail en particular. Ésta fue la primera alucinación, todavía hoy sigo pensando que aquello verdaderamente ocurrió y lo que se desencadenó después (alucinaciones, delirios, etc.) fue producto del estrés y ansiedad para la cual no estaba preparado ni creo que nadie lo esté.
Con posterioridad, escuché a esos mismos vecinos comentar otros e-mails míos y también conversaciones telefónicas mías. La idea delirante inicial era que la Guardia Civil había estado y estaba realizando un seguimiento de mi vida desde hacía muchos años, aunque solo hubiera sido consciente y sabedor de eso a principios de esta última década. Pero ¿porqué podía estar pasando eso? La explicación que encontraba es que hace todavía muchos más años, a principios de los noventa, estuve realizando fotos a la casa donde estos supuestos Guardias Civiles vivían. Mi mente emparejó dos hechos separados por casi diez años de diferencia. El primero en el tiempo, las fotos que efectivamente realicé y el segundo, unos e-mails comentados porque, como luego mi mente imaginó, me había convertido en sospechoso al fotografiar la vivienda de estos supuestos Guardias Civiles. El delirio se fue complicando a medida que se hacia cada vez más disparatado, pero paradógicamente cada vez más consistente. Llegué a pensar que la Guardia Civil entorpecía y boicoteaba mi trabajo, también llegué a pensar que la Guardia Civil operaba para amancillar mi reputación para lo cual, según mi delirio, todas mi rutinas diarias estaban siendo dadas a conocer debidamente deformadas para que resultaran, al ser narradas, vejatorias y llegué a creer que la Guardia Civil estaba planeando mi desaparición.
En definitiva, mi mente conectó dos hechos con mas de diez años de diferencia. Uno real, las fotos que yo realicé a una vivienda ignorando quien vivía ahí en los primeros años de los noventa; otro, imaginado, los comentarios, en los primeros años del siglo XXI, que creí provenientes de los habitantes de aquella casa a los que identifiqué como guardias civiles recelosos de mi actividad diaria a raíz de las fotos tomadas más de diez años antes. (...)
Cuaderno de un esquizofrenico

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